miércoles, 20 de julio de 2011

La casita frágil

Me compré un sombrero de paja. Grande. Con un lazo verde.
Quería salir a la calle con él, pero aquel día no hacía sol. Aún así no desaproveche la oportunidad. Ni una pizca de viento.

Me paseé por la calles de aquella ciudad otoñal. La gente se paraba a mirar mi sombrero. La gente murmuraba sobre él. Ninguna vista podía disimular su atracción.

Me senté en el banco y ante la atenta mirada de toda la muchedumbre empecé a deshacerlo hasta convertirlo en simple paja.

Quién sabe si en otro o quizás en este mismo mundo un pajarito pudo hacer su nido.

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